Me dedico a la enseñanza y, paradójicamente, eso va ligado a no parar nunca de aprender.
Me dedico a la enseñanza y, paradójicamente, eso va ligado a no parar nunca de aprender. En esta ocasión mis maestros han sido mis colegas portugueses de la Escuela de Artes Aplicadas de Castelo Branco. Me acogieron con mucha amabilidad y me mostraron su trabajo cotidiano.
Los profesores que conocí son unos estupendos profesionales, con ganas de hacer bien su trabajo. Sus métodos, los medios de los que disponen y las tareas que les piden a sus alumnos, hacen que el proceso educativo en los Estudios de Diseño, sea parecido al que se desarrolla en la Escuela de Burgos. Participé como observadora en aulas de Diseño de Moda y en las de Diseño de Interiores y Equipamiento, también visité sus talleres y otras dependencias relacionadas con estudiantes y profesores, como por ejemplo la tienda para alumnos o la sala de impresión digital.
Como los estudios superiores aquí son de tres años, en el tercer curso de Diseño de Moda tienen que demostrar todo lo aprendido, y ponerlo en práctica materializando una parte de la colección realizada en Proyectos. Por otro lado, y con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad, suelen organizar un desfile de moda cada curso. Dentro de las asignaturas más gráficas no sólo estudian el dibujo y la pintura, sino que, además, experimentan con otras técnicas como el grabado y la estampación.
El horario es de mañana y tarde, desde las 9:00 hasta las 19:00 h. con alguna hora libre entre medias, sobre todo a la hora de comer. Se puede comer algo ligero en el bar de la Escuela o acercarse al comedor del edificio de Ingeniería que está cerca, también hay otro comedor en la residencia de estudiantes que queda a unos 15 minutos.
Después de pasar una semana en esta pequeña ciudad, creo que tengo una idea general de cómo es; podemos recorrer a pie las callejuelas de su casco histórico, donde conviven los edificios tradicionales con algunos museos y con espacios abiertos de reciente creación, y sobre lo alto de la ladera destacan las ruinas del antiguo castillo, desde el que se pueden contemplar estupendas vistas panorámicas de la ciudad de los naranjos y limoneros, y de sus alrededores salpicados de olivos.
Los estudiantes locales y los desplazados forman una comunidad numerosa, y eso se nota en los bares y discotecas de la zona.
Para los alumnos de nuestra Escuela que estén pensando en solicitar un Erasmus, les diré, que en el país vecino van a encontrar pocas dificultades de integración, (aunque siguen existiendo las novatadas), porque tienen una mentalidad abierta a las relaciones internacionales y están deseando recibir alumnos de otros países.
Animo a mis compañeros a embarcarse en aventuras similares porque creo que enriquecen nuestro bagaje profesional y cultural.