Nuestra experiencia Erasmus+ en Nápoles
El 12 de septiembre de 2019 aterrizamos en Nápoles, habíamos reservado un hotel durante tres días para así, en esos días buscar un piso en el que alojarnos toda nuestra estancia. Previamente habíamos buscado unas asociaciones de erasmus en Facebook. Estas, nos ayudaron a encontrar el que fue nuestro hogar durante tantos meses. Una vez asentados en nuestra casa, empezó nuestra experiencia.
Nápoles es una ciudad caótica y desordenada muy diferente a Burgos y esto nos sorprendió a primera vista.
Poco a poco nos fue conquistando con su locura, su característica, gente, gastronomía, arte, motos, ruido, olores y susuperstición de la mano de un peperoncino.
El choque cultural fue impactante, antes de llegar pensábamos que sería muy parecido a nuestra cultura por la cercanía con España.
La cultura napolitana es diferente a las demás, la podríamos considerar única, su extrema picardía les hace vivir la vida al límite, de hecho, ellos se sienten afortunados, por vivir a los pies del Vesubio (volcán que a día de hoy sigue activo), creen que ese peligro les permite disfrutar su día a día al máximo además de sentirse diferentes y valientes. Es espectacular pasear por el lungomare y ver a los pies de la ciudad la inmensidad del Vesubio.
Durante los dos primeros meses, visitamos todos los rincones de esta maravillosa ciudad empapándonos de su gran cultura. La catedral del Duomo, la Basilica di San Paolo Maggiore, su calle dedicada únicamente a los belenes navideños, la Piazza de Plebiscito, Castell Nuovo, dell´Ovo, y Sant Elmo, su ciudad subterránea, Via Toledo, Orto botanico, Museo Archeologico, Museo madre, Piazza Dante, Spaccanapoli, Galleria Umnerto I,Teatro San Carlo, Palazzo Reale, Via dei Tribunalli, Piazza Bellini entre muchos lugares más.
Todos estos rincones hicieron que amáramos Nápoles en poco tiempo.
Nápoles es una ciudad muy grande en la que, entre toda su gente, muchos éramos erasmus. Esto hizo que nos sintiéramos muy acogidos e integrados desde el primer momento. Pese a estar con mucha gente distinta cada día, hicimos nuestro pequeño grupo en la Accademia di Belli Arti a través del curso intensivo de italiano conociendo a futuros artistas de diferentes modalidades.
Terminamos este curso hablando un poco de italiano y esto nos ayudó a entender a los que combinaban el italiano con palabras pertenecientes al napolitano (dialecto diferente al italiano y mucho más cerrado).
Gracias a la Accademia di Belli Arti, que organizo aquel curso de italiano, empezamos el curso en la Foqus. La Foqus es una fundación que colabora con la Accademia, en el ámbito del diseño. Los estudiantes de las diferentes ramas de diseño, estudiábamos en esta fundación porque, aunque la Accademia centrale era muy grande, también era numerosa la cantidad de estudiantes de todos los ámbitos artísticos imaginables.
La organización de las clases acompañaba al caos de la ciudad y nos costó adaptarnos a su metodología. El trato no era tan personal como en la EASD de Burgos, quintuplicábamos el número de alumnos por clase con respecto a nuestras aulas aquí. A pesar de esto la relación profesor alumno, fue buena desde el primer momento pues se adaptaban muy bien a nuestra situación y nos explicaban las tareas individual y personalmente más despacio para así comprender mejor las actividades.
Como bien hemos dicho, la metodología era muy diferente. Teníamos clases solo tres días a la semana, pero todos mañana y tarde con casi 10 horas diarias, por esto las clases se hacían pesadas en ocasiones aunque los profesores sabían combinar la práctica con la teoría haciéndolo así más ameno. Esto nos ha permitido disfrutar al máximo de nuestra vivencia en Nápoles pues teníamos muchos días libres que nos permitían hacer viajes por Italia y Europa. En el último viaje, fuimos con nuestros amigos a Polonia. A las horas de llegar, comenzó nuestra odisea, Italia se decretó como zona roja debido a la COVID-19, impidiéndonos nuestro regreso a Nápoles. Nos vimos obligados a volver a España dejando todas nuestras pertenencias en la Piazzetta Luigi Settembrini, nuestra casa. Después de no saber si podríamos salir de Polonia y llegar a Burgos, pasamos casi tres meses confinados en nuestros hogares con la incertidumbre de qué ocurriría con nuestro erasmus y todas nuestras pertenencias.
Por fin el día 12 recién levantado el estado de alarma en España, pudimos volver a Nápoles. Nos fue muy complicado conseguir llegar, no había vuelos accesibles, así que decidimos viajar en ferry. Viajamos desde Burgos a Barcelona en coche desde muy pronto, para poder montar en el ferry con antelación. Nos esperaba un viaje de 23 horas hasta Roma, y 3 más en coche hasta llegar a Nápoles. Habíamos hablado con nuestra casera durante todo el confinamiento y todo estaba como lo dejamos. Quisimos aprovechar al máximo los últimos 15 días que nos quedaban por delante allí. La recorrimos de principio a fin. Pero no como en el principio, esta vez nuestros amigos no estaban, tuvimos una despedida agria, realmente nunca nos despedimos personalmente de ellos porque nadie sabía de qué se trataría esta pandemia. A pesar de todo esto nos teníamos mutuamente y decidimos concluir esta experiencia como la habíamos empezado, juntos y como amigos.
ALFONSO PUENTE Y AMAIA ZUBIA.